sábado, 25 de febrero de 2012

CORAZÓN TATUADO

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Nunca supo usar su corazón.  De hecho nunca supo dónde lo tenía.  Tanto era así que hasta llegó a convencerse de que carecía de él.  Se movía por la vida en un contínuo invierno al que acompañaba una ya rutinaria tibieza sentimental. 
Nada le parecía suficiente porque nada es lo que quería.  Se sentía invisible para los demás, incluso para sí mismo, lo cual le dotaba de una incomprensible pero adoptada comodidad en la que aislarse.  Todo lo demás era pura inutilidad.

Un día, sin saber cómo ni por qué, se encontró de repente mirando esta fotografía que sostenía entre sus dedos.  Por más que se preguntaba, no conseguía saber quién o qué había puesto esa imágen allí para él, pero el objetivo de tan extraña sinrazón se desveló claro y conciso al instante.
Su corazón existía, ¡claro que existía!  Al nacer alguien se lo tatuó con tinta intangible entre los pliegues de su piel, haciéndolo prácticamente invisible al ojo humano.  Sólo en determinadas circunstancias, cuando la luz incidiera justo en el punto y momento correctos, su corazón se revelaría al universo entero y cambiaría todo lo concebido hasta entonces.
Y así fue, y el gélido invierno que siempre le acompañó dio paso a la calidez de la luminosidad, la que hizo presente su invisibilidad para que todos la admirasen.

 

Juan Carlos Pascual

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