domingo, 24 de junio de 2012

A WOMAN ON THE STAGE

sin_título-109-3

Su escenario es su mundo, el que pisa cada día, el de las rutinas imperecederas y el de las risas legítimas.  Un mundo cambiante reflejo de la realidad.

Su obra no tiene guión, y en todo momento tiene que improvisar, tirando de experiencias pasadas pero también experimentando con cosas por suceder, algunas de las cuales no tienen sentido a priori, pero ella las lanza al público consiguiendo mayoritariamente una reacción positiva por parte de la platea.

La función no permite intermedios, y ella es capaz de mirar, reír, llorar, enfurecerse, calmarse, agotarse, descansar, pensar, meditar, lanzarse al vacío, reír de nuevo, hablar, gritar, desesperarse, volar, oscurecerse, iluminarse, saltar, volver a reír, maldecir, amar, desvivirse por los suyos, atropellar la vida con sus ganas y terminar una vez más riendo como una descosida.

Nadie sabe cómo, pero siempre logra acariciar la vida con su mirada limpia, delicadamente, usando sus ojos como si fueran los dedos de un bebé.

Y cuando el público se pone en pie ofreciendo una sonora ovación, ella se gira brevemente y por un huidizo instante se pueden divisar las alas invisibles que lleva cosidas en la espalda.

Dedicado a la grandísima "modelo" de esta sesión, estupenda fotógrafa, y sobre todo maravillosa amiga, Isabel Talleda :)

 

Juan Carlos Pascual

martes, 19 de junio de 2012

FELICES PARA SIEMPRE

sin_título-118-2
La princesa de cabellos dorados y ojos azules encontró a su esbelto y valiente príncipe azul, se casaron en una ceremonia épica, se fueron a morar en el castillo que el rey de aquellos parajes les otorgó en regalo de nupcias y fueron felices para siempre.
Pero la palabra “siempre” tiene fecha de caducidad en mis cuentos, así que la felicidad hallada por nuestros personajes se fue tornando poco a poco en una incómoda rutina hasta transformarse en cruel indiferencia.  El tiempo les fue mellando como una gota de agua que cae constante e imperecedera sobre la piel.  Dejaron de celebrar sus onomásticas y sus aniversarios.  Sus familias les visitaban pero en esas ocasiones el príncipe y la princesa eran actores que interpretaban a la perfección el papel de pareja feliz, con un guión que sabían de memoria pero que ninguno de los dos tomaba en serio.
El castillo dejó de ser un hogar para convertirse en algo semejante a una prisión, y el aire viciado que podía respirarse dentro fue carcomiendo sus órganos, su sensibilidad y su paciencia.
Los gritos no tardaron en surgir, agresiones verbales cada vez más agudas y frecuentes.
Sus sirvientes habían ido desfilando con el suceder de cada nuevo episodio violento, sin ser reemplazados.  Tan sólo les quedaba un ama de llaves que iba una vez por semana a intentar limpiar lo que ya no tenía arreglo.

El último día que la pobre mujer apareció por el castillo se encontró con un espectáculo digno de no ser visto.
La princesa yacía moribunda en sus aposentos, tendida a los pies de la cama, con el rostro congestionado e hinchado por los golpes y las muñecas cortadas manando abundante sangre.
El príncipe se limitaba a observar, permaneciendo de pie junto a la ventana que traía la claridad del día a la habitación.  Estaba desnudo y ensangrentado, y en su mano izquierda sujetaba una cuchilla teñida de rojo. 
Antes de que el ama de llaves pudiera siquiera pestañear, el antaño esbelto príncipe azul se seccionó la carótida con un movimiento rápido y preciso, no sin antes haberse asegurado de abrir la ventana para garantizar que caería al vacío. 
La hermosa princesa no tuvo tanta suerte y hubo de aguardar un rato más la ansiada muerte, sin fuerzas para moverse no pudo más que esperar que las hemorragias hicieran su efecto.
La desdichada sirvienta sufrió un breve colapso, y al despertar y recordar descendió los escalones que la llevasen a la salida del castillo.  Escapó de la opresión que había vivido en los instantes previos y pudo respirar aire puro cuando logró salir fuera.  No supo qué hacer y lo único que se le ocurrió es cerrar el portón de entrada a cal y canto y huir despavorida de allí.
Desde ese día nadie ha puesto un pie en aquel castillo maldito que convirtió el amor más puro en un engendro sediento de maldad.
La felicidad que tanto anhelaron tendrán que buscarla en existencias futuras.

 
Juan Carlos Pascual

domingo, 17 de junio de 2012

AL QUITARSE LAS PUNTAS

sin_título-7-5-Editar

Se terminó la actuación. 
Ya se apagaron los flashes, se difuminaron los aplausos y se secaron las lágrimas de admiración. 
Y ella en su camerino ya no ejerce de bailarina principal.  Ahora se enfrían los músculos y se resiente el cuerpo.  Le duelen las rodillas, esas que llevan mucho tiempo aguantando la insoportable tensión de mantener el equilibrio mientras se sostiene en posturas inconcebibles.  Las uñas de ambos pies están destrozadas, pero eso hace mucho que dejó de preocuparle.
En su camerino se cambia, se quita las puntas y las mallas y se viste de calle.  Se desmaquilla y se vuelve una persona normal que tiene que usar el metro para llegar a casa.  Una vez allí come algo, juega brevemente con sus gatos y se recosta en el sofá sin la intención de dormir, lidiando con su pesadilla más recurrente y acuciante, pensar que algún día pueda extraviar la pasión que siente por lo que hace.

Dedicado a Sus, para que su pasión viaje siempre con ella.

 

Juan Carlos Pascual

viernes, 15 de junio de 2012

ESPERANDO

sin_título-115

Esperando la vida futura y la muerte pasada, esperando la familia que le dejó atrás, esperando un rayo de sol y una chispa de luna, esperando el minuto siguiente, esperando las sombras que tapan la luz, esperando la luz que tapa las sombras, esperando un sólo gesto de complicidad, esperando acostarse como cada noche deshaciendo el embozo y sintiendo un casi imperceptible escalofrío cuando su piel roza las sábanas frías y almidonadas, esperando poder decir lo que quiere decir sin que nadie le interrumpa, esperando poder recordar, esperando a tener arrojo suficiente para levantarse del banco y marchar.

Decicado con el corazón y con todo mi respeto a ese hombre desconocido, así como a toda esa gente que pelea diariamente con un enemigo invisible pero latente y poderoso: la soledad no deseada.

 

Juan Carlos Pascual

viernes, 1 de junio de 2012

DE MAYOR QUIERO SER

sin_título-36-5

Soy pequeño. 
Juego a ser mayor, pero es sólo un juego, porque en realidad no quiero ser mayor.  Me va bien quedarme niño, con la única preocupación de reír o llorar por motivos aparentemente nimios, pero que a mi me parecen los más importantes del mundo mundial.
Yo no quiero agarrar la luna si no es para jugar con ella y lanzarla para que rebote en las montañas. 
No quiero trabajar en algo que no me gusta sólo con el propósito de conseguir dinero.
No quiero sentirme responsable del sufrimiento de la gente que me rodea, pues ni ellos ni yo lo merecemos.
No quiero vivir de puntillas, ni tener que reprimir sonrisas boicoteándome.
Soy pequeño porque me gusta ser pequeño, me enorgullezco de ello, porque creo en los cuentos, porque tengo la fortuna de conocer hadas y ángeles que oxigenan mis risas, así como dioses bajitos que me hacen respirar la locura de la vida.
Soy pequeño porque me gusta caerme y pelarme las rodillas contra el asfalto como cuando era como ahora, y moquear cuando lloro desconsolado.
Soy pequeño porque cuando abrazo a mi padre es para subirme a su espalda y cabalgar juntos por el desierto, y porque cuando doy un beso a mi madre es para después darle mil quinientos más.

Soy pequeño porque tengo que serlo, y si algún día tengo que ser mayor, de mayor quiero Ser.

 

Juan Carlos Pascual