martes, 28 de febrero de 2012

LA VIDA ES SUEÑO

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Cayó exhausta en la cama, y al hacerlo se sintió pesada como si estuviera impreganada de cemento y la gravedad fuera mucho más fuerte que ella.  Un último instante de consciencia surcó su cerebro para alejarse al momento hacia el lugar donde lo que llamamos real espera inmóvil a que decidamos volver.
Se abandonó al sueño con la misma facilidad con que se apaga una vela que se adentra en un tornado.  Y en el sueño se vio dormida sobre un mar estrecho cubierto de hojas perennes, navegando lentamente, mientras era mecida por la leve corriente.  Tenía los ojos cerrados pero era capaz de ver los asombrosos parajes de quietud y soledad que pululaban en torno a ella.  Escuchaba serena los cantos de animales que no conocía, como una sinfonía armoniosa de sonidos naturales hermosísimos.  Sentía una suave brisa de perfumes coloreados con sonrisas infantiles acariciando sus mejillas mientras le llegaban susurros de vidas por venir, y el arrullo del agua transparente la transportaba hasta lo más recóndito de su bondad.
Totalmente relajada intentó incorporarse en su improvisada balsa, moviéndose a cámara lenta, llena de una felicidad infinita.
Y cuando ya sólo esperaba la eternidad abrió los ojos... el maldito despertador había vuelto a sonar a las 6 de la mañana.

 

Juan Carlos Pascual

sábado, 25 de febrero de 2012

CORAZÓN TATUADO

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Nunca supo usar su corazón.  De hecho nunca supo dónde lo tenía.  Tanto era así que hasta llegó a convencerse de que carecía de él.  Se movía por la vida en un contínuo invierno al que acompañaba una ya rutinaria tibieza sentimental. 
Nada le parecía suficiente porque nada es lo que quería.  Se sentía invisible para los demás, incluso para sí mismo, lo cual le dotaba de una incomprensible pero adoptada comodidad en la que aislarse.  Todo lo demás era pura inutilidad.

Un día, sin saber cómo ni por qué, se encontró de repente mirando esta fotografía que sostenía entre sus dedos.  Por más que se preguntaba, no conseguía saber quién o qué había puesto esa imágen allí para él, pero el objetivo de tan extraña sinrazón se desveló claro y conciso al instante.
Su corazón existía, ¡claro que existía!  Al nacer alguien se lo tatuó con tinta intangible entre los pliegues de su piel, haciéndolo prácticamente invisible al ojo humano.  Sólo en determinadas circunstancias, cuando la luz incidiera justo en el punto y momento correctos, su corazón se revelaría al universo entero y cambiaría todo lo concebido hasta entonces.
Y así fue, y el gélido invierno que siempre le acompañó dio paso a la calidez de la luminosidad, la que hizo presente su invisibilidad para que todos la admirasen.

 

Juan Carlos Pascual

martes, 21 de febrero de 2012

DESDOBLAMIENTOS

TRILOGÍA DEL PAYASO TRISTE (3/3)

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Cierro los párpados de mi propia dualidad para intentar reconocerme. ¿Soy ese payaso encantador que haciendo reir hace olvidar a los demás las miserias que puedan tener? ¿O acaso soy lo que hay debajo de la nariz roja y el maquillaje circense, lleno de dudas y titubeos?
A veces me identifico con uno de ellos, pero después el otro me secuestra y se apodera de mi. LLevo tanto tiempo en esta lucha que hace ya demasiadas lunas que perdí definitivamente el control y lo que me ataba a lo que llamamos "cordura".
Ahora más que payaso soy un funambulista caminando sobre el alambre de su desgastada racionalidad, buscando manos que le sostengan y no le dejen caer.

 

El siguiente texto está escrito por una amiga, Bibianna, que se inspiró es esta trilogía para crear algo tan bello como ésto:

Era la persona más triste del mundo. Aunque su cara no reflejaba tanta tragedia, su llanto interior había conseguido congelarle el alma. Ya no tenía sueños, cerraba los ojos cada noche y al instante sonaba el despertador para empezar de nuevo una dura y pesada jornada laboral. Sus ilusiones, emborronadas por las lágrimas, ya no se diferenciaban de las penas y su corazón, helado, sólo latía por costumbre.
No conseguía exteriorizar su pena para dejar espacio a aquello que llamaban felicidad, aquello que no conocía. Se había esforzado tantas veces... pero resultó como aquella mariposa que intentando salir del charco rompe sus alas.
Los especialistas le recomendaron viajar para olvidar. Y viajó. Le invitaron a rodearse de niños, a ver películas de humor, sesiones de risoterapia, paseos junto al mar. Todo lo hizo, pero sus pulmones no eran capaces de respirar más que el aire de tristeza que desechaban aquellos de los que se rodeó.
Decepcionado y abatido en su intento, volvió a su rutina de días inacabables y noches sin estrellas. Seguía siendo la persona más triste del mundo.
Un anuncio en el periódico llamó su atención: “Somos capaces de hacerte feliz” se leía. Y sin más dilación concertó una cita. Todo aquello que le propusieron había fracasado antaño. No le ofrecieron ningún nuevo ejercicio ni terapia que no hubiera probado. Ya no había remedio a su causa, y como de costumbre, con su mueca de desconsuelo y cabizbajo, se dirigió a la puerta.
Un grito hizo detenerlo en seco —¡¡Espere!!— exclamó el sanador —¡¡Aún hay una posibilidad!! Si no consigue ser feliz con lo que le recomendaré, nadie podrá ayudarlo. Yo no lo conozco en persona, pero dicen que es capaz de hacer reír al más triste, y que su espectáculo, famoso en todo el mundo, transmite tanta alegría que nadie puede resistirse a sonreír. Es su última oportunidad: usted debe ir a ver al Gran Clown—.
Ninguna lágrima brotó de sus ojos, pero le pareció sentir cómo su alma se agrietaba sollozando en lo más profundo de su ser. El aire se hizo irrespirable al momento y la luz del sol se apagó ante su mirada. Una tormenta de hielo se apoderó de sus pensamientos, y cayendo de rodillas con el aliento de su último segundo de vida en la garganta, exclamó:
—el Gran Clown soy yo—.

Muchas gracias de corazón Bibi!!!

 

Juan Carlos Pascual

VOLVIENDO A LA CRUDA REALIDAD

TRILOGÍA DEL PAYASO TRISTE (2/3)

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Cuando se apagan las risas y llega el turno de los trapecistas es cuando yo me retiro a mi roulotte. Allí, con mis pocas pertenencias como compañía, me voy quitando con resignación la nariz roja y la máscara de pintura que cubre mi rostro, lentamente, como un ritual interiorizado, hasta que quedo opresivamente desnudo de artificios. Es el momento en que empiezo a contar con angustiosa desesperanza las horas que faltan para la próxima función.

 

Juan Carlos Pascual

sábado, 18 de febrero de 2012

EL LLANTO DEL PAYASO

TRILOGÍA DEL PAYASO TRISTE (1/3)

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Ese día la función cambió de rumbo.
El número del payaso estaba programado y ensayado como todas las jornadas, con el objetivo siempre conseguido de hacer explotar al público de risa.
Pero hoy el espectáculo resultó distinto, hoy se sentía raro, se acercaba a los niños y los niños se revolvían y lo rechazaban.
El pobre payaso no supo más que hacer, sólo sentarse en medio del escenario y romper a llorar, exhalando un llanto casi inhumano, una angustia que le brotaba del corazón roto y sobrepasaba todo su ser llenando de congoja todo lo que en ese momento se encontraba dentro de la gran carpa.
La mayor desgracia del payaso fue no hacer reír a nadie, y su mayor gloria hacer llorar a todo el mundo.

 

Juan Carlos Pascual

domingo, 12 de febrero de 2012

SOLTANDO

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Hoy me quito la americana que uso de armadura, la que no deja aparecer mi corazón.  Hoy decido mostrarme desde los sentimientos, desnudo de artificios.

Ha sido mucho tiempo el que la he llevado puesta, siempre bien abrochada, sin resquicio a que nada pudiera alterar mi estado interno de tibieza ante el mundo. 
Pero terminó acoplándose a mí como un parásito, cada vez más cómoda, oprimiendo mi pecho hasta que al final me dejó prácticamente sin respiración. 
Con mi último aliento, haciendo un esfuerzo titánico, he podido desabrocharla y deshacerme de ella.

Sé que a partir de ahora pasaré frío, que estaré expuesto a penurias y sufrimientos, pero estoy seguro de que sea como sea encontraré un abrazo que me regale calidez, o al menos lo habré intentado.

 

Juan Carlos Pascual

sábado, 11 de febrero de 2012

MUJER LUCHADORA, MUJER VALIENTE

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Siempre soñó con ser la protagonista de una de esas novelas que tanto le gustaba leer, a fin de poder visitar aquellos lugares insólitos que poblaban esos libros, conocer gente nueva que incitara su riqueza vital a cada paso que diera, hacerse consciente de cada minuto que recorriera colmando de esplendor su espíritu.

Pero una noche se acostó exhausta y al despertar la mañana siguiente se encontró con un marido al otro lado de la cama y dos hijos que requerían su atención constantemente.
No le quedó otra que adaptarse y hacer una mudanza en la intención de sus sueños, simplemente hacer fluctuar sus motivaciones hacia otro lugar, hacia lo que ahora le ocupaba.
Poco a poco lo fue consiguiendo, obligándose a sentirse cómoda en esa coyuntura.  El amor por su marido nunca desapareció, tan sólo se transformó en un cálido afecto que saciaba sus necesidades afectivas.  Y sus hijos, sus hijos se convirtieron en su motivo, en la razón por la que vivir, acompañándolos mientras forjaban sus propias experiencias, siempre con un sabio consejo y un abrazo a tiempo.  Momentos interminables de felicidad.

A veces la rutina la inundaba y la sumía en una transitoria tristeza, tal vez una añoranza por la juventud que quedó atrás con tantos momentos que habían formado parte de ella tan intensamente, pero en seguida la sonrisa de alguno de los suyos la devolvía al estado de alegría que reinaba en sus quehaceres.
Y un día decidió acoplar aquellos sentimientos antiguos a su vida actual, convergiendo en una serenidad que la arropa desde entonces.

Hoy ella vive plenamente feliz, con un marido al que ama, con dos hijos a los que adora ciegamente, y con muchos libros en la mesilla al lado de la cama, que hacen que duerma cada noche soñando radiante con su propia realidad.


Esta historia está dedicada especialmente a Dolors Guerrero, una mujer luchadora y valiente, con una sabiduría especial, y por extensión a todas esas mujeres y madres que en un momento dado supieron anteponer el cuidado de su familia a cualquier deseo personal.


Juan Carlos Pascual