domingo, 1 de enero de 2012

SE AGARRÓ A UN PAÑUELO ARDIENDO

sin_título-6-7-Editar

Ella bajó las escaleras a trompicones, entre sollozos provocados por el desamor.
En un último intento desesperado por recuperar la estima del hombre que la acababa de expulsar de su vida, no supo más que dejar su pañuelo de seda azul apagado en la barandilla que sujetaba sus últimas fuerzas, con la esperanza de que él lo viera y recapacitara, de que una chispa mágica prendiera en el corazón de él y lo hechizara de manera que saliera corriendo tras ella.
Desde abajo, ella escuchó agazapada una puerta que se abrió y se cerró unos pisos más arriba. Era él, estaba segura. Pudo oir los pasos tranquilos bajando las escaleras mientras imaginaba quimeras imposibles. Dejó de oir los pasos justo donde calculaba que estaba el pañuelo, para breves segundos después volver a escucharlos. Y finalmente, desde su escondite, pudo ver al que fue el hombre de su vida cruzar el umbral que le llevaba a la noche incipiente.
Y allí se quedó ella, llorando desconsolada, consciente de su soledad, con la certeza de que el pañuelo de seda azul apagado se había quedado en la barandilla de la escalera desperdigando al vacío todas sus vanas esperanzas.

 

Juan Carlos Pascual

No hay comentarios:

Publicar un comentario