lunes, 10 de septiembre de 2012

LA INVISIBILIDAD QUE NOS RECONOCE

sin_título-62-Editar

La rutina se repite ante mi a cada deshonesto segundo que se manifiesta en las manecillas de un reloj cochambroso que hace tiempo dejé de llevar.  El hastío de vuestras pródigas vidas que paseáis ante mi lúgubre envoltorio de color rosado hace que mi interior sea vomitado hacia arriba hasta que la gravedad hace su cometido y lo transforma en un pútrido charco bajo mi cuerpo de vidrio.  No tenéis nada para mi.  Me usáis cruelmente, saciáis vuestra sed de desmadre con mi propia sangre y cuando estáis satisfechos me tiráis con desprecio a las inmundas calles de la ciudad de los sueños soñados con inapetencia.  Cada uno de vosotros se cree especial, elegido, algo así como el centro del universo.  Pero no os dais cuenta de que ese universo es como una rosquilla, y vuestro lugar está seccionado como un bosque sin árboles.
Vuestra contagiosa invidencia os impide ver y disfrutar de las inacabables maravillas que tenéis a vuestra disposición simplemente mostrando una mano al frente, una mano que siempre termina en el mismo destino, el bolsillo de la apatía.
Dueños de vuestro propio destino y creadores de vuestro propio apocalipsis.

Juan Carlos Pascual

1 comentario: