lunes, 25 de marzo de 2013

SU YO INVENTADO

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Su yo inventado mira de frente al Sol mientras camina lento y con firmeza, con aura de banda sonora épica. 
Es un personaje creado a su imagen y semejanza, y vestido con un compendio de virtudes míticas que lo hacen prácticamente indestructible.

Su yo inventado sonríe, siempre, es un tipo seguro e imaginativo que tiene el mundo a sus pies y el cielo en sus ojos.  Su sangre es roja… los lunes, y se tiñe de verde, azul, amarillo, plata, morado y oro el resto de la semana, porque sus venas son surtidores de alegres tonalidades.
 
Cuando mira conoce, y cuando conoce no juzga, simplemente sabe y respeta, porque sus ojos contienen la sabiduría de un recién nacido.

Su yo inventado no teme la soledad porque nació abrazado en ella y lo entiende como un estado natural.  Es feliz por ello.  Bueno, en realidad es feliz por todo lo que le rodea y por todo lo que le queda por descubrir. 
Es un viajero intrépido de corazón infantil que vive en un estado de permanente ilusión y sorpresa. No posee la capacidad de hablar, pero dialoga con todo el mundo y se hace entender sin problemas con sus gestos amables.
Es un pirata justiciero que encuentra tesoros de islas remotas por el mero placer de repartir sus hallazgos entre los más necesitados.
Es el único astronauta que ha pisado planetas cuyo nombre un ser humano no es capaz de pronunciar.
Es un explorador que conoce el emplazamiento de maravillosas criaturas que creemos extinguidas.
Para resumirlo en una frase, su yo inventado es ese rayo de luz solar que aparece entre las nubes después de una tormenta formidable…

 

Su yo real lleva demasiado tiempo postrado en una cama aséptica, inválido de pies a cabeza, privado de muchas de las funciones básicas de las que una persona jamás debiera ser desposeído, unido a la vida únicamente por el fino alambre que le sujeta a su creatividad, a su imaginación, a cada inspiración de oxígeno que lleva impregnada la vaga esperanza de convertirse algún día en su yo inventado.

 

Juan Carlos Pascual

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