Miedo.
Miedo a mostrarme, a ser visto, a exhibir mi vulnerabilidad.
Miedo a ser lo que no soy, a que mi parapeto caiga sin remedio, a bajar la mirada por ser descubierto.
Miedo a poner de manifiesto mi “emocionalidad”, a encontrarme un día desnudo delante del mundo sin mayor protección que mi propio cuerpo.
Miedo a desglosar mi propio imaginario interior en un escenario artificioso pleno de perversa inconsciencia.
Miedo a vomitar mi otro yo, ese que nadie más conoce.
No.
¡No!
El miedo real es miedo a no mostrarme, a no ser visto, a que mi vulnerabilidad no sea enfrentada.
Es miedo a no ser lo que soy, a esconderme tras turbios escudos, a no devolver miradas puras.
También miedo a no enseñar mis sentimientos, a no ser capaz de desnudarme y librarme de las ataduras atávicas de hace tantas vidas.
Es un maldito miedo a que mi mundo interior sea tan profundo que al final se quede encerrado bajo candado custodiado por mi ceguera emocional.
Y miedo a que nadie me descubra, a la infinita soledad de la sinrazón, de la cárcel autoimpuesta.
Todo lo demás no son más que quimeras.
Juan Carlos Pascual
No hay comentarios:
Publicar un comentario